La mujer se descalzó y pidió que le arreglase los zapatos. Lo hizo acunando
fuerte el bolso y con la súplica del que está a punto de andar por un camino de
brasas. El zapatero volteó el par con sus manos de carbón, observó los cráteres
de las suelas y maldijo su fama un instante. Últimamente solo pedían
imposibles. Se empleó a fondo, pero cuando la mujer comprobó el resultado, sonrió
con la magnificencia de un Dios que obra el milagro. Ningún zapato se le
resistía, pensaba cuando la mujer sacó del bolso unos de niño y preguntó: ¿podría alargarlos?
29 AGOSTO 2012
MICRORRELATO GANADOR EN EL CONCURSO DE "RELATOS CON BANADA SONORA" EN HOY POR HOY (CADENA SER).
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